No todo lo que brilla es creatividad y renovación

Por Mariano Barusso | 25 de diciembre, 2020

Tenemos que estar muy atentos a los efectos no conocidos para el mundo corporativo que esta nueva realidad está teniendo en nosotros y, sobre todo, en los otros.


Que a uno le puedan tocar la piel no es trivial.

– Juan José Sebreli

Buscando algunas lecturas del MIT SMR me encontré con dos posts que, por estar juntos, me invitaron a pensarlos y a escribir (¡aunque estaba explorando otro tema!). Por más que es una votación sencilla y la muestra es muy baja para una publicación de esta visibilidad, no dejó de resultarme estimulante por el hecho de que ambos factores aparecen juntos.

El primer resultado muestra que un 71% de los respondientes expresaron que se sintieron socialmente aislados desde el comienzo de la pandemia y, en el segundo, un 58% expresa que la idea ideación y creatividad de los grupos no mejoraron.

Nuestra mente se conforma conversando con otra mente.

Lo primero que me hizo pensar es en la relación directa entre la sensación de aislamiento y la capacidad de idear creativamente. Esto es así por cuestiones muy constitutivas de nuestro ser: nuestra mente se conforma conversando con otra y el encuentro es el propósito originario del ser humano y su principal fuente de sentido. ¿Acaso no hemos sentido más de un día en estos inexplicables meses de encierro que no tenía sentido lo que estábamos haciendo si no era para un encuentro presencial con el otro (aunque estuviéramos plenos de proyecto y con tareas bien interesantes por delante)? Un último aspecto con relación a nuestra constitución biológico-cultural es que afrontar el vértigo creativo (imprescindible frente a este nuevo mundo) requiere de un delicado balance entre la generación de ideas divergentes con otros y ese grupo que contiene clima requerido de crear “sin red”.

El encuentro es el propósito originario del ser humano.

Los efectos de la pandemia en la salud psicosocial ya son muy significativos, se sienten en todos los trabajos y ni las empresas ni los sistemas de salud pública estaban preparados para una crisis de esta magnitud y duración. No todo lo que brilla es oro en nuestras empresas y trabajos: muchas compañías resolvieron muy bien los factores higiénicos de atención primaria (muchísimas más, probablemente, no), pero hay impactos en la salud mental de los trabajadores para los cuales no hay ojos entrenados y mucho menos, líderes y áreas de gestión de personas competentes en la gestión de crisis crónicas como la actual (lo cual es absolutamente comprensible). Aún recuerdo con una sonrisa la lúcida respuesta que un ejecutivo cliente le dió a su exigente grupo, en el segundo mes de la pandemia: “Discúlpenme, es mi primera pandemia”.

Me arriesgo a decir que el trabajo verdadero para prevenir y reparar los efectos del aislamiento social y de la comunicación puramente virtual no comenzó aún y tiene años por delante. Anticipábamos esto en un constructivo encuentro que tuvimos con Santiago Kovadloff en el primer mes de la cuarentena obligatoria de Argentina.

El trabajo de reparación de los efectos de la pandemia sobre la salud aún no comenzó.

Lo segundo que me hizo pensar estos resultados apareados es sobre la relevancia de tener presente que probablemente miles de millones de personas (recordemos que somos casi 8.000MM) no sintieron las ganas de recrearse o encontraron para sí ese contexto, más allá de las reacciones innovadoras verdaderas y falseadas que leemos en las redes profesionales como LinkedIn (que tiene “tan solo” 660MM de usuarios, no todos verdaderamente activos). Como expresé, no tengo dudas sobre el imperativo de recrearnos e innovar, aunque también soy consciente de que:

Finalmente, creo que frente a la celebración del encuentro y la comunión (que debería ser todos los días de nuestra vida, sin importar nuestras creencias) es bueno mantener la mente y los ojos abiertos a la realidad compleja y complicada que la pandemia está dejando, y que está muy por fuera de estas pantallas. En muchos países latinoamericanos el trabajo de preservación y recuperación de la salud pública y laboral va a ser enorme y de largo plazo (eso, en el caso que las políticas públicas y los presupuestos se digieran a ello).

Por lo pronto, me invito a la prudencia de no confundir mi propio optimismo, la búsqueda de sentido y la necesidad de comunicar las cosas buenas que hacemos como profesionales, con LA realidad. Es tan solo mi realidad y, en una gran parte, principalmente mi mundo interno. Afuera de nuestro pequeño mundo está bien complicado y no todo lo que brilla en el mundo virtual es creatividad y salud organizacional.

No todo lo que brilla en el mundo virtual refleja la realidad de la salud y la creatividad organizacional.

Creo –junto a los profesionales que me acompañan– que los que lideramos debemos hacer de ese “pequeño mundo” que conforman nuestras empresas y las relaciones que mantenemos con otras, lugares donde la esperanza como creencia para actuar frente a lo complejo, el encuentro y la creatividad se retroalimenten, generando salud colectiva. Para esto, tenemos que seguir aprendiendo sobre nuestro “ser humanos”, no distanciarnos por el temor a la diferencia que el otro nos ofrece y no esclavizarnos con lo que producimos. Es una parte del camino, que siempre se recorre por tramos.

Siguiendo con Sebreli y Gioffré (2020): «Del mismo modo que alguien que sufre un secuestro pasa un tiempo traumado y paranoico, mirando a los costados y sospechando de todos, pero de a poco se va olvidando y vuelve a una vida normal, con la pandemia pasará algo parecido: luego de una primera etapa de encierro, la humanidad volverá a besar, a viajar y a hacer negocios. El problema es que no sabemos cuánto tardará ese proceso.»

Te deseo que estés brindándote unos días de conexión contigo, con los demás y con tu potencial creador. Sea cual sea la fe que profeses: ¡Felices Fiestas!

Asertys, 2020 / © 2101116551252

Imagen de portada: “Con la música como compañía” (Bari, 2019). Giancarlo espera en la puerta de su casa y acompañado por la música a que algún transeúnte le consulte por la maravillosa diversidad de frutas y verduras que con su familia cultiva y ofrecen en un vistoso puesto. No necesita del contacto virtual, pero depende del turista de carne y hueso. Por eso elegí esta imagen, me parece que condensa varias tensiones de las expresadas aquí.